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Construcción de propuestas curriculares en el país

Con la intención de reflexionar sobre las propuestas curriculares en el país, y aprovechando a la reciente aprobación del Currículo Nacional, les compartimos una entrevista realizada por la asociación de publicaciones educativas “TAREA” a nuestra Directora de Proyectos Educativos en la Fundación Wiese, Lilia Calmet Böhme.

Lilia Calmet Böhme es licenciada en Educación, con especialización en Historia, ha sido asesora  pedagógica  de  la  Dirección  General  de  Educación  Básica  Regular y   coordinadora  de los equipos que elaboraron la propuesta del marco curricular, en  la  primera   etapa.

Entrevista a Lilia Calmet Böhme

Generalmente,  la  construcción  de  propuestas  curriculares  está  en  relación  con  cómo  se  concibe el currículo, asunto que ha estado muy presente en el país en los últimos años.

¿Cuál crees que ha sido la concepción predominante sobre currículo en estos procesos?

Lo  que  creo,  primero,  es  que  se  ha  dado  mucha fuerza a los documentos y se ha invertido poco  tiempo  en  trabajar  con los docentes  para  que  los  entiendan  a  fondo.  El  anterior  Diseño  Curricular  Nacional (DCN) salió publicado muy poco tiempo antes  de  tenerlo  que  aplicar  en  las  aulas.  Y,  segundo,  la capacitación se ha dado siempre “en cascada”: el ministerio capacita  a  especialistas  y  los  especialistas  capacitan a los docentes en una semana; máximo, en talleres de dos semanas.

En los últimos años hemos tenido en el país un conjunto de propuestas en materia curricular. El Diseño Curricular Nacional del 2009, el Marco Curricular elaborado entre 2011 y 2014,la norma de modificación del Diseño Curricular Nacional que se da en 2015, y este año 2016 se ha aprobado el nuevo Currículo Nacional.

¿Cuál es tu balance de este proceso de construcción curricular?

Creo que fue un proceso demasiado largo; había que tomar decisiones más rápidas. Hacerlo democrático, por lo que se hicieron muchas consultasa muchas instancias (regiones, pedagógicos, universidades, instituciones vinculadas a educación, etcétera.Su  concreción  dependía  de  que  hubiera  coherencia  en la gestión, pero entre la de Salas y la de Saavedra no  hubo  la  misma  línea  curricular.  Ambas  miradas  podían tener cosas en común, pero con énfasis diferentes. La idea original era que el Marco Curricular se presentará en octubre del 2014 y se hicieran pilotos en  2015  para  realizar  ajustes,  y  que  se  generalizarse   en 2016.

¿Cuáles son las continuidades identificadas entre las propuestas curriculares desde 2008 hasta 2016? ¿Y cuáles son los grandes cambios?

Hay  continuidad  en  el  sentido  de  que  desde  1994  se  está  apostando  por  un  enfoque  por  competencias. Para mí, el mayor aporte de este nuevo Currículo Nacional es poder asentar la idea de que una competencia  es  única  para  todo  el  sistema  y  que  lo

que  existe  son  distintos  niveles  de  desarrollo.  Esto  te  permite  entender  al  individuo  completo  en  su  evolución. Ése es un cambio radical porque, además, hace responsable  al  equipo  de  profesores  de  la  capacidad   que se debe desarrollar; por ejemplo, en la “producción de textos” no importa en qué grado está el estudiante: tiene que aprender a producir textos.

Además, para ello tienes que tener claro qué es una competencia.  En  realidad,  un  déficit  en  materia  curricular  que  hemos  arrastrado  en  los  últimos  veinte  años es no lograr que se entienda qué es realmente una competencia.

¿Cuál es el impacto que causa en los docentes y en las prácticas educativas la incertidumbre o la falta de continuidad de políticas y propuestas respecto al currículo?

Lo  que  ha  pasado  con  los  docentes,  desde  mi  perspectiva,  es  que  con  los  primeros  cambios  las Rutas del Aprendizaje en Comunicación, Matemáticas, Ciudadanía, Historia y Geografía se sabían cuáles eran las competencias que tenían que trabajar, porque  cuando  se  publican  las  primeras Rutas había  una política de fomento para que se entendiera cuáles  eran  las  competencias  y  cuál  el  enfoque  de  cada  aprendizaje. Creo que en los primeros cambios ha habido  un  impacto  positivo.  Por  mencionar  un  aspecto

de la Ruta de Historia y Geografía, el pretender que los chicos  no  repitan  nuestras  interpretaciones  históricas   ni la de los libros, sino que construyan su propia interpretación histórica. Ése es un cambio radical.

La lógica de construir currículo desde un proceso horizontal recogiendo experiencias locales,  ¿tiene  alguna posibilidad?;  ¿crees  que  esta  construcción  curricular  participativa  y  democrática es viable?

En este país, ahora, no. Porque no creo que haya especialistas en currículo; porque para construir un currículo hay que tener experticia. Lo participativo tiene que ver con el qué quieres que se aprenda: esa construcción sí tiene que ser participativa. En el Marco Curricular  se  puede  ver  la  cantidad  de  espacios  que   hubo para discutir qué es lo que se debería aprender en  la  escuela.  Pero  de  ahí  a  que  se  pueda  construir  un  Mapa  de  Progreso,  difícil,  porque  plantear  un  itinerario posible para el desarrollo de una competencia requiere  conocimiento  especializado.  El  qué  se  debe  aprender  es  algo  que  debe  provenir  de  un  consenso  nacional, porque si no es un consenso el próximo gobierno decide cambiarlo, y el próximo, y el próximo, y todos sabemos que sin una política educativa de largo aliento no se logra nada en este ámbito. Después deja a los expertos que hagan su trabajo, sobre todo por que tienen tiempo para hacerlo. Los profesores deben dedicarse a preparar las clases. ¿Cuántos preparan clase? Miremos la realidad.

¿Dirías que existe una política curricular en el Perú?

En  el  sentido  de  formar  a  un  equipo  que  se  especialice en esta discusión, yo diría que estamos escasos.

Respecto al Currículo Nacional recientemente aprobado, ¿cuáles son las posibilidades de articulación entre esta propuesta y las iniciativas de construcción de currículos regionales que se han venido dando y se darán a futuro?

Hay aprendizajes que son comunes para todos los  estudiantes.  Aun  en  las  comunidades  más   lejanas, ¿tú crees que ellos no van a decir que quieren que sus estudiantes aprendan a escribir, a leer, a hablar y a escuchar? Todos quieren que aprendan a leer; la pregunta es a partir de qué. Entonces, lo que realmente se tiene que diversificar son las experiencias a partir de las cuales generas esas competencias. Por ejemplo, la competencia de historia va a permitir que los estudiantes entiendan de dónde vienen, cuáles son las condiciones que los han llevado a donde están.  Esa  competencia  la  tiene  que  desarrollar  el estudiante  limeño  y  el  arequipeño.

Por  tanto,  cada  región debería invertir en sacar documentos sobre su propia historia; no se trata tanto de discutir qué competencias:  lo  que  no  tenemos  son  los  insumos  que  nos permitan entender cada realidad local. Si  yo,  por  ejemplo, soy  profesora  en  Madre  de  Dios  y  vivo  en  Madre  de  Dios,  y  quiero  estudiar  el  problema ambiental de Madre de Dios, ¿con que material lo hago? Comienzo a buscar periódicos; y si no los he juntado, no existen. ¿Tenemos materiales para, realmente, entender  cómo  es  mi  medio  ambiente,  los  problemas  de mi medio ambiente? No; pues invirtamos en ello.

Los gobiernos  regionales  deben  dar  prioridad  a  invertir  en   materiales; deben invertir en hacer materiales escolares que permitan aterrizar estas competencias. Hay un artículo de César Coll que se titula “¿Qué es lo básico en la Educación Básica?”, que dice que para decidir qué aprender en la escuela discutamos qué es lo  indispensable,  o  sea,  aquello  que  si  tú  no  logras  aprender en la escuela te va a generar un problema de por vida. Respecto a los saberes locales, no se trata de que la escuela refuerce los saberes de la comunidad, porque eso  lo  aprenden  en  la  comunidad;  se  trata  de  que  hagan  una  reflexión  sobre  estos  saberes,  porque  la  escuela  es  un  lugar  de  reflexión,  de  generación  de   conocimiento.

Entonces, cuando a mí me dicen que lo  que  hay  que  hacer  es  actividades  vinculadas  a  la  pesca, no estoy de acuerdo; lo que hay que hacer es generar  conocimiento  sobre  eso,  sobre  por  qué  se pesca así, y eso requiere habilidades que te permitan ver cómo estás pensando. Sí creo que cada comunidad  puede  decidir  qué  puede  aportar  para  enriquecer  un  currículo,  pero  creo  también  que  el estado  tiene  que  garantizar  algún  nivel  de  equidad,  o  sea,  que  los  chicos  puedan  leer,  escribir,  tener  algunos  conocimientos científicos de ciencia occidental, pero que sea respetuosa de sus propios saberes y que ellos puedan decidir en qué momento usar uno y en qué momento usar el otro.

El problema de la diversidad de racionalidades no se resuelve con un currículo regional; éste puede ser tan autoritario como un currículo nacional. Si se trata de rescatar las identidades de fondo, la identidad local, se tendría que modificar a la escuela como un espacio de aprendizaje en general. Sólo entonces puedes dar espacio a experiencias más locales. En los lineamientos  curriculares  tiene  que  quedar  claro  que  sí  puede haber espacio.

Lo  que  me  gustaría  que  se  discutiera  es  el “qué” de  los  saberes  de  la  comunidad,  es  lo  que  la  escuela  tiene  que enseñar.  La  escuela  es  ese  espacio  de  reflexión  sobre una cultura, y no solo de reproducción cultural.

Se ha previsto implementar el nuevo Currículo Nacional a partir del 2017.

¿Qué se debería tomar en cuenta para que se lleve a cabo un proceso responsable?

Desde mi perspectiva, no pararía el trabajo, porque hacerlo dañaría seriamente la confiabilidad del Estado. Pero creo que hay que detenerse a explicar la lógica. Lo que hay que hacer es inundar, no tener miedo, y desarrollar con fuerza, por ejemplo, qué es una competencia, no asumir que la gente lo sabe. No hay vuelta atrás; cualquier vuelta atrás reforzaría

la  idea  de  los  docentes  de  que  nada  vale  porque  el  Estado no mantiene nada. No digo que sea perfecto, pero habría que hacer dos cosas a futuro: una, construir un instituto de currículo; dos, construir un pensamiento común. Para mí, el currículo debería tener su propio instituto. En el Perú no tenemos suficiente gente especializada en construcción de currículo. Un instituto le daría fuerza y comenzaría a generarse un equipo que pudiera discutir a fondo; un instituto de cien personas vinculadas a facultades de Educación.

No  existe  investigación  curricular;  lo  que  hay  son  diplomados y maestrías en currículo.

Fuente: Construcción de propuestas curriculares en el país (TAREA – 2016)

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