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La Señora de Cao

Descubrimiento, ubicación, historia e importancia de uno de los hallazgos arqueológicos más importantes de los últimos años en el Perú.

En el año 2006 la Fundación Augusto N. Wiese y la revista National Geographic dieron a conocer al mundo uno de los hallazgos arqueológicos más importantes de los últimos años en el Perú; se trataba de la tumba de lo que hoy se le conoce como “La señora de Cao”.

Fue encontrada en la Huaca Cao Viejo del Complejo Arqueológico El Brujo, al norte del Perú en el valle de Chicama.Este importante hallazgo cambió de raíz el enfoque histórico y cultural que se tenía de la mujer en las antiguas civilizaciones del Perú  y América. La tumba data  aproximadamente del siglo IV d.C.a, y fue hallada en el n el interior de un recinto ceremonial de la huaca Cao Viejo; junto a una impresionantepintura  mural y demás objetos ceremoniales.

“Hasta hoy es la única tumba de una mujer gobernante de América precolombina”

Línea de tiempo de hallazgo, ubicación y características  de la Señora de Cao

El Complejo Arqueológico El Brujo está ubicado a 60 Km al noroeste de la ciudad de Trujillo, a 4 km del pueblo de Magdalena de Cao en la provincia de Ascope, perteneciente al departamento de La Libertad. El Complejo Arqueológico comprende una secuencia cultural e histórica que van desde el período Precerámico hasta la  ocupación colonial (siglo XVIII).

En el año 1990 el mundo se sorprendía con  los descubrimientos en Huaca Rajada, del Señor de Sipán, de manos de Walter Alva y Luis Chero; en El Brujo se hallaban los primeros relieves polícromos mochica en cerámicos que de alguna manera describen la  arquitectónica religiosa del complejo.

En el año 1991 la Fundación Wiese, el Instituto Nacional de Cultura y la Universidad Nacional de Trujillo suscribieron un convenio para la investigación de  la huaca Cao Viejo, perteneciente a la cultura Mochica (III-IX d.C).

Los primeros hallazgos se realizaron en huaca Cao Viejo, los que comprendían  de una cámara funeraria de adobes pertenecientes a la época Mochica Tardío, además de una cámara simple de adobe sobrepuesto a otra tumba pintada; en el interior de ambas tumbas fueron halladas restos de sacerdotisas que fueron enterradas con sus pertenencias y ofrendas respectivamente, además de pinturas en donde se mostraban   32 personajes pintados. Este hallazgo nos mostró la alta jerarquía mochica y ya vislumbraba el poder e importancia de la mujer en esos tiempos.

Después de varios hallazgos, no es hasta el año 2006 en que  la Fundación Wiese anuncia oficialmente lo que postrimerías sería el hallazgo más importante del complejo arqueológico, el descubrimiento de la tumba de la Señora de Cao. Hallazgo que hiciera reescribir la historia de la mujer en las antiguas civilizaciones del Perú. El hallazgo estuvo dirigido por el arqueólogo Régulo Franco Jordán del Ministerio de Cultura del Perú.

La tumba de la Señora de Cao se ubica en el contexto histórico del siglos IV-V d.C; convirtiéndose en la primera tumba de una mujer gobernante mochica hasta el momento, de ahí su gran relevancia histórica, cultural y arqueológica para toda América Precolombina.

El mausoleo de la Señora de Cao

El mausoleo de la Señora de Cao está ubicado en la esquina superior noroeste del frontis principal de la huaca Cao Viejo, se trata de un recinto ceremonial de 275 metros cuadrados que destaca por sus vistosos murales polícromos. El acceso al recinto está en la esquina noreste, que tras cruzar una rampa se logra acceder a la  fachada principal del templo, esta parte tiene una forma de almena escalonada (salientes verticales y rectangulares dispuestos a intervalos, como los de la muralla de un castillo), detalle arquitectónico inédito hasta ese momento en las construcciones mochicas. Otro detalle a resaltar en esta parte, son sin duda los 2 felinos estilizados pintados, que está uno frente al otro, dando entre ellos un paso triangular a través del muro.

En el  muro sur podemos ver  motivos estilizados del pez life de agua dulce, este simboliza en la cultura mochica la abundancia de agua venida de las montañas en verano, la misma que riega los campos de cultivo.. Este pez serpentiforme, que vemos representado en el mural, tiene direcciones contrapuestas, hacia el este (montaña) y hacia el oeste (mar). Como se sabe el pez  life es un pez que nada contra la corriente.

En el muro del lado este encontramos representaciones de peces estilizados, rayas o mantarrayas, también colocados con  direcciones contrapuestas, siempre orientados unos hacia arriba y otros hacia abajo;simbólicamente representando el mundo de arriba con el mundo de abajo. Lamentablemente el  muro del lado oeste ha sufrido las inclemencias del tiempo y se encuentra íntegramente destruido.

En el cuarto esquinero se ubica en el ángulo sureste del recinto mausoleo, tiene una plataforma delantera  con  una rampa  lateral.  En el   interior  está  pintado  de  color  blanco  con  la presencia de una hornacina. Sobre el muro norte, aparece una columna pintada en su cara principal con un diseño en forma de escalera y ola que representa el simbolismo de la montaña, asociado al dios del agua y la tierra.

En el lado norte del cuarto esquinero encontramos representaciones al interior de cuadros en forma de damero, interrumpido por  dos hornacinas separadas. En cada cuadro vemos en la parte  interior la imagen de un ser sobrenatural de frente, con rasgos felinos, y los  brazos y piernas abiertas, con una  posición similar a la de un parto, o la postura de un reptil o cangrejo, animales estrechamente  vinculados al inframundo. Este ser de rasgos sobrenaturales tiene de compañía dos cóndores ubicados a la altura de sus manos y de serpientes, todos  ubicados a la altura de la cintura. También se distinguen unas crestas en forma de volutas adornan su cabeza. El fondo de cada representación vemos distintos colores: rojo, amarillo y negro. Los vestidos también tienen diferentes formas y tonalidades: franjas diagonales, franjas verticales, figuras del pez life, círculos concéntricos, la ola-escalera, meandros y figuras geométricas.

Los rasgos y las formas de esta criatura sobrenatural, sobretodo las del rostro, tiene una reminiscencia Cupisnique. claramente  antropomorfo, vinculados  con un ser asociado al mundo subterráneo  o  inframundo.

En   cara  oeste  del  cuarto  esquinero,  también,  encontramos cuadros  en  forma  de  damero, estos  contienen imágenes polícromas estilizadas del denominado “animal lunar”, “animal fantástico” “animal crestado”etc. El que ha sido definido por los investigadores como una figura estilizada del felino oncifelis colocolo o gato montés que aparece desde el período Gallinazo hasta la época Colonial. En este caso particular del mural, esta criatura tiene como atributo suplementario al pez life que sale de su hocico en forma de apéndice. Este ser conocido como animal lunar, tiene también una larga continuidad en el arte prehispánico, sobre todo a partir de la época Cupisnique; se le considera como un ícono importante asociado a la Luna y a las figuras estelares, de ahí su nombre: Animal lunar. Está presente en muchos artículos ceremoniales que fueron encontrados en la huaca Cao Viejo, en especial en la sección superior del ídolo de madera de lúcumo de 2.48 m de altura, hallado enterrado en uno de los recintos del lado oeste de la plataforma superior.

El  espacio ceremonial con murales artísticamente bien logrados son elementos iconográficos que forman parte del plano cosmológico mochica. El recinto-mausoleo servía para el culto a la divinidad del mundo subterráneo y a la figura de la Señora de Cao, como sabemos, estaba enterrada a un lado del recinto esquinero y cerca de la divinidad. El hallazgo de manchas negras o rojizas en el piso del recinto mausoleo  nos  permite  afirmar  que  los  ritos  de  veneración  a  la  Señora  de  Cao  y sus acompañantes se realizaron durante mucho tiempo. Seguramente este mismo espacio habría servido también para algunas exequias de difuntos del mismo rango.

La tumba de la Señora de Cao

Dentro de la tumba de la Señora de Cao se encontró un cántaro con la forma de un búho en su cuerpo, ubicado en la esquina sureste de la fosa donde se enterró la Señora de Cao fue la primera evidencia encontrada. Se deduce que esta vasija fue colocada al finalizar la inhumación. El búho como animal sagrado en el simbolismo mochica tiene una gran importancia, se asocia al mundo subterráneo, a la noche y en la iconografía se le ve en su forma antropomorfa transportando sobre su espalda difuntos.

También se hallaron restos incinerados dentro de una fosa pequeña ubicada en la esquina noroeste de la tumba, por ejemplo: ovillos de hilos polícromos envueltos en husos de madera, restos de tejidos, agujas de cobre, estiércol de roedor, huesos de pescado, figurinas de madera, restos de cinabrio y fragmentos de vasijas pequeñas de cerámica que fueron quebradas como parte del ritual. Esta actividad representa un acto ritual de culminación y purificación del enterramiento de la tumba de la Señora de Cao.

Se encontró una capa de tierra suelta sobre varios niveles de adobes tramados que descansaban sobre dos estructuras de caña brava horizontales, amarradas con soguillas de totora, que probablemente fueron utilizados previamente al entierro del fardo funerario al interior de la fosa. En un nivel inferior se hallaron seis maderos de algarrobo, tres arriba y tres abajo, que sirvieron de sostén de las capas superiores compactas y de protección para el fardo funerario de la Señora de Cao y sus ofrendas, ubicadas en el fondo de la tumba. En la base de la fosa, a 2.50 m de profundidad, se halló el fardo funerario en extraordinario estado de conservación,  orientado  de norte a sur, cubierto con  un petate de enea.  La longitud del fardo fue de 181 cm de largo por 75cm de ancho y una altura de 42cm.

En la cara superior del fardo había un rostro antropomorfo bordado y coloreado con cinabrio y en las partes laterales sobresalen a través del tejido dos  porras metálicas.

Hacia el lado este del fardo funerario se encontraba los restos óseos de una mujer adolescente,  colocada  extendida  en  posición  ligeramente  flexionada,  con  el  cráneo orientado hacia el sur y estrangulada con una soguilla de enea, y en el lado sur se hallaron vasijas de cerámica pintada y sin pintar de los estilos Mochica Temprano y Gallinazo. Entre el conjunto de vasijas son dos representaciones escultóricas que se consideran como las más sobresalientes: Una vasija representa a un personaje sentado con las piernas cruzadas, con un tocado a manera de sombrero, con pintura facial en el rostro y la ausencia de enchapes  en  los  ojos,  en  las  muñecas  y  en  el  pecho,  tal  vez  fueron  de  Spondylus  o turquesas.

La extracción de los enchapes del personaje se entiende que fue muchos años antes de la muerte de la Señora de Cao; otra vasija de cerámica es muy particular, fabricada en arcilla caolinita y representa una escena de curanderismo, es decir, se observa a una curandera con un manto en forma de pallar que impone su mano izquierda sobre el ombligo de una niña que se encuentra en los brazos de su madre cogiendo sus pezones. Por las evidencias de desgaste de la vasija, y su uso anterior al deceso de la dignataria, se sospecha que también esta vasija se habría producido mucho tiempo antes del fallecimiento de la Señora de Cao.

Las tumbas de los acompañantes de la Señora de Cao

Al sur de la tumba de la Señora de Cao se registró una fosa que contenía los restos de un adolescente en posición flexionada, sin ofrendas. Por su ubicación fue bautizado como el guardián.

Al pie del muro sur del recinto mausoleo con representaciones estilizadas del pez life se encontraron tres fosas alineadas de este a oeste o viceversa, cada fosa con una disposición norte-sur. Dos de las fosas contenían fardos funerarios en buen estado de conservación, cubiertos con petates, y una tercera fosa, de poca profundidad, contenía los restos óseos de un individuo simple sin ofrendas.

La fosa central contenía el fardo más importante, cubierto con petate, acompañado de los restos de una adolescente en posición flexionada y estrangulada con una soguilla y acompañada de dos vasijas de cerámica escultórica de estilo Gallinazo, en un caso se trata de la representación de un individuo sentado al interior de un recinto con las manos sobre la rodilla, en actitud de reverencia o invocación, y en otro caso es una pieza representando a un personaje consumiendo la hoja de coca

Después de la apertura del fardo a cargo de la arqueóloga Arabel Fernández López, y la asistencia especializada del Dr. Jordi Esteban Farré de la Universidad de Barcelona, se determinó que se trataba de un hombre de sexo masculino, con una estatura 1.60 m que murió muy cerca de los 35 años de edad a causa de una treponematosis (enfermedad infecciosa  muy  parecida  a  la  sífilis).  Tenía  en  su  cuerpo  un  atuendo ceremonial muy elaborado de tela fina, con la imagen en cobre dorado de un ser antropomorfo (cabeza, brazos y pies), forrado con plumas multicolores y adornado con placas metálicas circulares en su cara anterior y un representaciones de peces calados en su cara posterior. El atuendo ceremonial es comparado con el traje de un sacerdote identificado en la iconografía mochica que participa en una ceremonia de consumo de coca, realizando plegarias dirigidas al arco del cielo. Un atuendo parecido fue también descubierto en la Huaca de la Luna, donde se observa la cabeza y las patas de un felino con rasgos más cercanos a la iconografía mochica.

La  fosa  ubicada  hacia  el  lado  este  del  entierro  anterior  contenía  otro  fardo  funerario cubierto con un petate, acompañado de una vasija de cerámica con un cordoncillo de algodón en el cuello y decorada con peces estilizados similares a las representaciones del mural. Dentro del fardo se hallaron textiles decorados en buen estado de conservación, una de estas con la representación de la deidad principal mochica.

El Dr. Jordi Esteban reveló que se trataba de un individuo con una edad cercana a los 32 años y su muerte se produjo por estrangulamiento. Además, tenía en su cuerpo tatuajes en los pies, un taparrabo entre sus piernas y un atuendo de algodón decorado con placas metálicas cuadradas de cobre dorado.

El gran acabado de los textiles y sus elementos simbólicos, además de la forma del atuendo que vestía, se deduce que este individuo tenía el rango de sacerdote, ¿quizás se trata de un asistente del oficiante principal? En la iconografía mochica se observa con frecuencia a estos personajes con atuendos de placas metálicas cuadradas participando en danzas con cintas blancas y realizando actividades ceremoniales. En el sitio de Mocollope, al interior de la huaca El Castillo, valle de Chicama, se encontró a un oficiante representado en pintura mural que tiene como atributo un vestido reticulado de placas doradas.

La fosa ubicada al oeste del entierro del sacerdote principal, contenía los restos óseos de un individuo extendido decúbito dorsal, sin textiles, con el cráneo orientado hacia el sur, sin ofrendas. Los estudios del Dr. Esteban indicaron que este individuo no tenía huellas de muerte, pero, según los estudios de una de las extremidades superiores óseas había usado uno de los brazos con mayor frecuencia, a partir del cual se infiere que quizás se trata de un individuo que estaba vinculado con las actividades del mar. En efecto, por tratarse de un entierro simple, sin fardo y sin ofrendas, se asume que este individuo fue elegido para acompañar al sacerdote principal en su viaje al mundo de los ancestros.

Al  norte del  entierro  del sacerdote  principal  y el  entierro  simple del  acompañante  se encontró un mate pirograbado incompleto en regular estado de conservación. No necesariamente el mate estaba directamente asociado a uno de los entierros, fue depositado sobre el piso. La representación pirograbada en el mate es un tema significativamente vinculado con la muerte. Vamos a describirla: Se trata al parecer del culto a un posible fardo funerario cuya imagen se pierde en la parte central del mate, asociado a algunos seres humanos y figuras simbólicas de la cosmovisión mochica. Las figuras reconocidas son la representación del animal lunar asociado a figuras estelares ; de una mujer extendida con los brazos y piernas ligeramente abiertas que aparece con frecuencia en el tema del entierro, devorada por buitres ; un personaje de perfil con vestido listado, cogiendo una camisa reticulada con flecos dentados, muy parecido a otro individuo que coge aparentemente el fardo funerario; y completan la representación unas figuras esferoides, ubicados hacia el lado derecho del animal lunar, con líneas o cintas gruesas entrecruzadas,  y finalmente otras  figuras  redondeadas  (lados izquierdo  y derecho) con puntuaciones.

Para entender la vinculación del sacerdote principal con los dos individuos acompañantes, es necesario comprender muchas características: Primero que los entierros están alineados de este a oeste, lo cual nos da una idea de asociación, orientación y ordenamiento espacial simbólico, donde el personaje del centro es el principal, acompañado de dos individuos laterales, uno más importante que otro. Entonces, sobre esta base ¿será posible entender esta asociación con un ordenamiento espacial simbólico que tiene mucho que ver con algunas representaciones iconográficas sobre todo cuando la deidad principal mochica o algún ancestro aparece asistido por dos individuos laterales en su viaje de pasaje al mundo de los ancestros?. Hay una representación con estas características en los Temas Complejos de huaca Cao Viejo y huaca de la Luna, ubicado en el sector superior derecho.

Contenido del fardo funerario de la Señora de Cao

La apertura del fardo funerario de la Señora de Cao fue dirigida por la arqueóloga Arabel Fernández López, dentro de un proceso especializado y con mucho éxito en la apertura del fardo funerario.

Hubo una primera intervención de limpieza superficial.  Luego, a través de un equipo portátil de rayos X se tomaron varias placas radiográficas para ver el contenido del interior del fardo, con la finalidad de tomar precauciones durante el proceso de apertura del fardo. Las placas radiográficas nos permitieron observar la presencia de dos porras metálicas en el interior de las partes laterales, y cuencos, placas cuadradas de metal, varillas delgadas con cabezas de ave y una concentración de joyas en la base del cráneo del individuo, que hasta entonces, no se sabía nada sobre el género del personaje principal.

El nivel dos se empezaba con la recuperación de un manto de algodón de más de tres metros de longitud, con bordes decorados en tapiz. El nivel 3 fue una tela llana de algodón con 48 vueltas a través del fardo. En los siguientes niveles inferiores aparecieron bandas textiles que envolvían el fardo en 13 y 41 vueltas respectivamente. En el nivel 7 apareció un nuevo envoltorio de tela llana (primer envoltorio en la preparación del fardo) con un nuevo rostro bordado que se asemejaba al de un mono, con colgantes en forma de felino, pintado con cinabrio de color rojo  intenso.

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El nivel 8 presentaba seis capas de paños cortos y largos con placas metálicas cuadradas de cobre dorado cocidas al paño. Luego, desde el nivel 8 hasta el nivel 16 aparecieron textiles en forma de bandas y paños. En un extremo del fardo, a la altura de la cabeza del individuo, se encontraron los emblemas de poder aplastados: Dos porras laterales, cuatro coronas decoradas con sus respectivas diademas en forma de “V”.

En el nivel 17 se registraron 4 vestidos, de los cuales dos vestidos estaban destruidos posiblemente a causa del contacto con los fluidos sanguíneos del cuerpo de la Señora y dos vestidos en buenas condiciones de conservación . Un vestido tiene diseños pintados en forma de volutas estilizadas  y el  otro vestido tiene diseños de hilos  formando figuras de peces estilizados. Estas dos prendas textiles, hasta donde se conoce, constituyen evidencias relevantes dentro de un contexto funerario mochica. Los vestidos doblados estaban sobre una capa de algodón blanco despepitado que cubría este nivel en toda su magnitud.

El nivel 18 contenía un manto de tela fina asociada a artefactos y materia prima para la producción textil: 6 agujas de oro y una de cobre; 13 copos de algodón; 64 husos de madera; dos agujas de madera y 1 liso. En el nivel 19 hubo un manto tipo gasa y una concentración de insectos que murieron sin cometer su afán destructivo, a causa de la presencia de cinabrio (sulfuro de mercurio). En el nivel 20 se encontró un paño con 31 placas de cobre dorado, cocidas a su estructura y sujetadas por bandas; aquí también se halló un pequeño grupo de insectos muertos. Además, se registraron cinco capas de textiles comprimidos, duros, adheridos al cuerpo de la Señora, dureza que seguramente adquirieron por el contacto con los fluidos sanguíneos.

Se encontró, finalmente, el cuerpo desnudo de la Señora de Cao, extendida decúbito dorsal con los brazos unidos al cuerpo y con uno de los pies casi sobrepuesto al otro, con la piel preservada.

El rostro se encontraba con una tela fina de algodón y cubierto con un cuenco de cobre dorado que habría servido para contener el cinabrio en polvo para la aplicación de algunas partes de su cuerpo.

En la frente tiene un cerquillo corto y el cabello separado en dos partes, una a cada lado con hilos  de  algodón.  En  los  antebrazos  y  manos  se  encontraron  tatuajes  con  formas  de serpiente, araña, pez raya, pulpo, animal lunar, caracol terrestre, rombos, figuras estelares, plantas, meandros, triángulos y líneas rectas. Mientras que en los tobillos y en los dedos de los pies se registraron líneas simples.

Alrededor  de  su  cuello  estaban  sus  joyas  personales,  y  en  las  orejas  sus  aretes.  Se registraron 15 collares con cuentas de cobre dorado, oro, plata, cuarzo cristalino en sus diferentes tonalidades, cornalina, turquesa y lapislázuli. Algunas cuentas de collares tienen formas de rostros antropomorfos, un par de orejeras y sartas de aretes con incrustaciones de turquesa.

Asimismo,  se encontró  una especie de estuche  textil  que contenía 44  narigueras  bien elaboradas en oro, plata, cobre y tumbaga, con énfasis en la dualidad y complementariedad de seres vivos que representan: Prisioneros desnudos con la soga al cuello, la deidad mochica,  animales  lunares,  langostinos  con  serpientes  bicéfalas,  alacranes,  pelícanos, arañas,  cóndores,  lagartijas,  zorros,  peces,  etc.,  es  decir,  muchas  representaciones  del mundo mágico religioso de la Señora de Cao. Dos narigueras estaban  colocadas dentro de la boca.

Debajo del cuerpo de la Señora de Cao se encontraron una atadura de 46 carricillos y 23 estólicas o propulsores de madera forrada con láminas de cobre dorado, decoradas con cabezas de seres humanos y aves. Estos propulsores fueron usados por los mochicas para la caza ceremonial de venados como se observa a través de la iconografía.

El proceso de preparación del fardo funerario de la Señora de Cao tiene algunas características no comunes, por ejemplo, se encuentran dos fases de preparación, diferenciados a través de dos bultos con dos rostros bordados e impregnados con cinabrio, uno interno y otro externo. Estas diferencias ¿acaso significan dos momentos de intervención en la estructura del fardo funerario de la Señora de Cao?

En la iconografía de un ceramio mochica del Museo de Cambridge, se registra excepcionalmente la forma de un fardo funerario similar al fardo de la Señora de Cao. En la imagen se observa un fardo funerario extendido con un rostro bordado en un extremo que forma parte de un ritual al ancestro encabezado por un ser esquelético magnificado  y acompañado de mujeres y un perro manchado.

Los análisis paleoantropológicos y ornamentos de la Señora de Cao

El  análisis  preliminar  y  la  identificación  del  género  del  cuerpo  de  la  Señora  fueron realizados por el Dr. John Verano. Sus aportes permitieron saber que ella murió entre los 20 y  25 años de edad, tenía una estatura de 1.48 m, y padecía de un absceso o apostema en la muela del juicio.

El análisis del cabello realizado por el Dr. John Verano y el Dr. Andrew Wilson (1996), determinaron que la dieta de la Señora de Cao estuvo basada en el consumo de granos de maíz y recursos marinos en general.

Posteriormente, John Verano, Guido Lombardi, Sonia Guillén y Jordi Esteban, también coincidieron en señalar que la dignataria murió entre los 20 y 25 años, y al ver el vientre altamente  dilatado,  además  de  otras  características  físicas  del  estado  de  su  cuerpo, señalaron que su muerte fue post parto por efecto de una crisis convulsiva conocida como eclampsia.

La investigación del pigmento utilizado en los tatuajes de los antebrazos, manos y pies de la Señora fue realizada por el biólogo Víctor Vásquez Sánchez en los laboratorios de microscopía electrónica de barrido y EDS del museo de Ciencias Naturales de Madrid, España. Como se ha visto anteriormente, se identifican tatuajes en forma de serpientes, arañas, felinos, etc.

Estos análisis determinaron que para la elaboración de los tatuajes de color negro azulado utilizaron un óxido de hierro en su forma química de óxido ferroso (FeO), que es un polvo que se usa como pigmento en cosméticos y tatuajes. Según este especialista, de acuerdo a la bibliografía conocida para los tatuajes en otros cuerpos precolombinos  y  el  registro  arqueobotánico,  probablemente  los  pigmentos  fueron proveídos por los jugos de frutos inmaduros de la “jagua” Genipa Americana L.

La presencia de cinabrio (sulfato de mercurio) en las manos y algunas partes del cuerpo de la Señora, y la presencia de iones de cobre de los artefactos metálicos junto al cuerpo, jugaron una función muy importante en la preservación del cuerpo, porque evitaron que los agentes microbiológicos destruyan con mucha facilidad la piel de la Señora de Cao.

La  observación  de  la  Dra.  Sonia  Guillén  y  el  análisis  de  microscopía  electrónica  de pequeños fragmentos sueltos de la piel en Madrid por el biólogo Víctor Vásquez, demostraron la presencia de cristales de sal, motivo por el cual se piensa que el cuerpo de la Señora de Cao fue lavado con agua procedente del mar, fuente de vida y purificación.

Los  análisis de más  de  100  artefactos  de metal  que acompañan  a  la  Señora de Cao, demostraron la alta calidad en la producción de los ornamentos e insignias de poder. Se identificaron oro, plata, cobre y tumbaga (mayor presencia de cobre y menor de oro), lo que hace suponer el empleo de una alta tecnología en la confección de los objetos de metal, no vista en algunos objetos metálicos de la cultura Mochica.

Liderazgo y status social de la Señora de Cao

La importancia de este descubrimiento radica en el hallazgo de una mujer líder y de poder gubernamental, lo cual es un hecho absolutamente inusual en la arqueología peruana. Las

insignias y emblemas de poder que lleva al interior de su fardo (coronas, diademas, porras, narigueras, orejeras, entre otros), indican desde luego que tuvo un alto status dentro de la jerarquía social mochica, muy próxima al mismo rango que ostentaba los Señores de Sipán descubiertos en huaca Rajada, Lambayeque. Por lo tanto se desprende que algunos señores mochicas eran enterrados con sus propias insignias y emblemas de poder, incluso, acompañados de otras insignias que corresponden a sus antecesores como sería el caso de la Señora de Cao.

Las insignias y emblemas de poder de la Señora de Cao pueden compararse sorprendentemente con los atributos que tiene el personaje “D” (cuarto personaje) de la ceremonia del sacrificio, tema central de la iconografía mochica, que ha sido estudiado por Donnan (1978) y otros investigadores. En la secuencia narrativa esta ceremonia consiste en la entrega de copa al personaje principal por el sacerdote búho, secundado por una sacerdotisa, y al final aparece el personaje “D” un poco magnificado.

Gracias a los hallazgos en estas tres últimas décadas de tumbas de élite de la sociedad mochica, sabemos que los personajes representados en la ceremonia de sacrificio fueron reales y pertenecían a la más alta jerarquía social cuyas tumbas fueron identificadas en diferentes regiones de la costa norte. Por ejemplo: el personaje “A” que recibe la copa con sangre se identifica con el señor de Sipán, el personaje “B” o sacerdote búho también fue encontrado en una tumba en Sipán (Alva, 2008), mientras que el personaje “C” corresponde a una sacerdotisa cuya tumba fue descubierta por Luis Jaime Castillo en el año de 1991 en el sitio de San José de Moro, y el personaje “D” que era todavía una incógnita hasta el año 2005, se identifica con la Señora de Cao. En otra representación de la ceremonia del sacrificio (véase Donnan y Mcclelland, 2012:, el personaje “D” está transfigurado en búho y es el que recibe la copa, tomando el lugar del personaje A. La corona, diadema, porra,   nariguera, el vestido y las orejeras son atributos inconfundibles que se homologan con los objetos de la Señora de Cao, tanto que se puede manejar como hipótesis que ella encarnaba al personaje D y lideraba la ceremonia de sacrificio en los

espacios   ceremoniales   de   la   parte   alta   del   templo   mayor.   Su   alto   status   tiene correspondencia con su entierro dentro de un recinto mausoleo del templo mayor, seguramente perenizada  en este espacio como un ser semidivino

Los tatuajes en los antebrazos y manos de serpientes y arañas (ambos animales vinculados con el culto a la tierra y el agua) y otros elementos asociados al plano cosmológico, fortalecen la tesis que esta mujer tenía también una dedicación al mundo espiritual, probablemente con muchas virtudes y conocimiento en las artes del curanderismo y su conexión con el cosmos. En la colección del Museo Cassinelli de Trujillo, encontré una pieza de cerámica, Mochica III, vinculada con una escena de curanderismo, donde se observa a una curandera que impone sus manos en el cuerpo de una paciente extendida y que tiene como atributo principal la presencia en uno de sus antebrazos de la figura de unas serpientes. Posiblemente otro de sus oficios, reflejado por las evidencias, fue de tejedora, debido a que se encontraron agujas e implementos textiles que seguramente la convirtieron como una virtuosa tejedora, tratando de imitar al fino y maravilloso tejido de las arañas.

Artículo basado parcialmente en “La Señora de Cao, poder y liderazgo femenino en la sociedad mochica de la costa norte del Perú” de Régulo G. Franco Jordán.

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